Qué ver en la Gran Mezquita Sheikh Zayed de Abu Dabi
La Gran Mezquita Sheikh Zayed es una obra maestra en Abu Dabi que combina arte, espiritualidad y tolerancia en un espacio gratuito y abierto a todos.

En Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, se levanta una de las obras más impactantes del mundo islámico moderno: la Gran Mezquita Sheikh Zayed.
Más allá de su escala o de sus récords arquitectónicos, es un lugar que transmite calma y admiración. Desde que uno se acerca, todo invita al silencio y a la contemplación.
Esta mezquita fue el sueño de Sheikh Zayed bin Sultan Al Nahyan, el padre fundador de los Emiratos, quien imaginó un espacio que representara la unión entre culturas y religiones. Su propósito no era construir un monumento, sino un símbolo de tolerancia que hablara el lenguaje de la paz.
Aunque la idea surgió en los años ochenta, su construcción comenzó en 1996 y tomó once años de trabajo. Más de tres mil personas y 38 empresas de distintos países participaron en el proyecto, bajo la dirección del arquitecto sirio Yusef Abdelki.
El mármol vino de Macedonia, los mosaicos se trabajaron en Italia, los tapices en Irán, y los detalles artesanales llegaron desde Marruecos, Turquía, China y la India. Fue un esfuerzo global en el que la arquitectura se convirtió en lenguaje común.
La mezquita abrió sus puertas al público en diciembre de 2007. Sheikh Zayed ya no vivía para verla terminada, pero su tumba se encuentra en los jardines exteriores, custodiando el lugar que llevó su nombre.
Arquitectura que conecta culturas
Cada elemento de la mezquita parece dialogar con distintas tradiciones. Las cúpulas recuerdan a las mezquitas mogolas del sur de Asia; los arcos evocan el arte andalusí de la Alhambra; y los minaretes mezclan estilos mameluco, otomano y fatimí.
El resultado es una obra que integra distintas escuelas del arte islámico, pero que al mismo tiempo se siente contemporánea, serena y abierta al visitante.
El complejo se extiende sobre más de doce hectáreas y puede recibir hasta 55 mil personas en días de celebración. Sin embargo, a pesar de su magnitud, lo que más impresiona es el equilibrio entre espiritualidad y diseño.
Detalles que cuentan historias
Entrar en la sala principal es descubrir uno de los mayores tesoros del arte textil: la alfombra anudada a mano más grande del mundo, creada por 1.200 artesanas iraníes durante dos años.
Pesa más de 40 toneladas y está compuesta por casi 2.300 millones de nudos. Caminar sobre ella produce una sensación única, como si uno pisara parte de la historia.
Sobre la cúpula central cuelga una lámpara monumental de 12 toneladas, hecha con millones de cristales de Swarovski y pan de oro de 24 quilates. Las demás, importadas de Alemania, completan una iluminación que parece transformar el aire.
El mármol blanco que reviste la mezquita proviene de Macedonia. En los muros y columnas, los artesanos incrustaron piedras semipreciosas —lapislázuli, amatista, ónix y nácar— siguiendo la técnica pietra dura, la misma que decoró el Taj Mahal.
Una mezquita que respira con la luna
Uno de los detalles más poéticos está en su sistema de iluminación exterior. Cada noche, el color de la mezquita cambia según las fases de la luna. Cuando está llena, el edificio se ilumina en blanco brillante; cuando mengua, el tono se vuelve azul profundo. La sensación es que el edificio respira con el cielo, acompañando el ritmo del calendario lunar islámico.
Un espacio abierto a todos
La Gran Mezquita Sheikh Zayed no está reservada solo para musulmanes. Recibe a visitantes de todas las religiones y nacionalidades, ofreciendo visitas guiadas que explican su historia, su simbolismo y su papel en la cultura de los Emiratos.
Es una invitación al respeto y al diálogo, algo que se siente incluso antes de entrar.
Cada año, millones de personas la visitan, convirtiéndola en uno de los sitios más admirados del mundo según TripAdvisor.
Pero más allá de las cifras, lo que muchos se llevan es una sensación difícil de describir: la de haber estado en un lugar donde la belleza sirve para unir.
Más allá de la arquitectura
La Gran Mezquita Sheikh Zayed no es solo una joya arquitectónica. Es un recordatorio de lo que puede lograrse cuando una visión trasciende la fe y se convierte en un mensaje universal. Allí, entre mármol, luz y silencio, se siente la intención de su fundador: construir no solo un templo, sino un puente entre personas.
























